LA GUARIDA DEL LOBEZNO

La vida de Dante T Capítulo IV

CAPITULO IV


Mi desdicha


25 de mayo de 2004



Desde ayer no paro de darle vueltas al señor gato negro no se quien es, ni que quiere pero su presencia en mi vida me llena de adrenalina y no se, si es que soy un poco masoquista pero la idea de que alguien pueda joderme me encanta, no por el hecho de que pueda hacerlo sino porque no se cuando lo hará, pero eso no es lo que quiero contarle hoy a estos folios vírgenes.


El ser el dueño de mi vida siempre me ha dado tranquilidad y eso me hace compararme con el resto de los mortales que me rodean y hacen de mi existencia un puto infierno aunque también son ellos los que me ponen las cosas difíciles y por lo menos me entretienen. A veces pienso en Adán y lo bien que debería de vivir en el edén antes de que dios decidiera crear a la inútil de su mujer, cualquier otro pensaría en la sensación de soledad que debería de sentir pero yo con mi cabeza a mil revoluciones por minuto pienso que ese hombre probablemente fuera el amo del mundo y que su vida se jodió precisamente al crear otra vida para que no se aburriera.


Este rollo que estoy contando no es porque quiera hablar de la soledad que tengo, ni de Adán fuera el puto amo del universo, de quien quiero hablar es de Eva, a lo largo de mi vida nunca me he planteado la compañía femenina y es algo que me mosquea, porque eso me hace sentir que no soy humano, me lleva a terrenos en los que no puedo moverme con facilidad por que desconozco la zona y yo odio no saber lo que me hago, porque saber mola y saber lo que me hago mola mucho mas. Si soy sincero nunca he estado con una mujer, no por falta de oportunidades sino porque cada vez que alguien se me acerca más de lo normal me entra algo raro en el cuerpo que no me permite moverme y me aparta de la persona que esta cerca de mi, es una sensación bastante rara porque se supone que como hombre debería verme atraído por alguna mujer pero no soy capaz. Evidentemente estoy hablando de la necesidad psíquica de la compañía femenina no de la fisiológica, esa necesidad no puedo cubrirla por mucho que quiera es algo que me supera pero que a la vez agradezco porque al contrario que mis sentimientos la necesidad de echar un polvo me hace más humano.


Me acuerdo cuando vivía en Sevilla, la hija de mi vecina quería que yo fuera su novio pero cuanto más intentaba tirarme los tejos más me enfadaba yo. Cualquier ser humano se hubiera sentido alagado de que alguien de su entorno estuviese interesado en él, pero a mí me cabreaba como si se me hubiera hecho algo muy malo, que yo no entienda mis sentimientos no quiere decir que no entienda los de los demás, es más, entiendo los sentimientos de los demás mucho mejor que los míos propios. En fin lo que me tocaba los cojones de aquella muchacha era que no se preocupaba en conocerme lo mas mínimo, lo único que le preocupaba es que sus amigas tenían novio y ella no, y como yo era un chaval de diecisiete años sin novia presuponía que querría tener algo con alguien, cosa que me irritaba y lo sigue haciendo. Me jode mucho que la gente presuponga cosas de mi y den por hecho cosas que pueden ser o no ciertas, por eso me gusta la soledad por no te juzga ni prejuzga y siempre te dice la verdad aunque solo sea el eco de lo que uno mismo piensa.


Pero aun así me gustaría tener una experiencia con el sexo opuesto aunque solo sea para comprobar si es verdad que las mujeres son tan sensibles y delicadas como dicen, a mi me gustan las cosas delicadas pero claro las cosas no son personas, no sé si las personas delicadas serán lo mío.


Dado que es una cosa que no necesito me lo tendré que poner como un objetivo y no como algo a conseguir en la vida, se me da muy bien cumplir objetivos y por eso lo voy a plantear así. Claro está que esto será un objetivo secundario ya que el principal es encotrar al gatito que está intentando jugar con mis bolas.